miércoles, 12 de enero de 2011

Mi 24 del ocho

Para inaugurar tan distinguido portal me permití publicar un ejercicio de Taller de Redacción encabezado por el Profr.Torales a.k.a. Sopitas, Director de Comunicación y RRPP de la ULA.
Ésta es una crónica adornada de una mañana cualquiera en mi vida escolar que, según el título, ocurrió el 24 de agosto de 2009. En su momento se me hizo muy bueno y por esa razón me gustaría que le dieran una oteada.

Mi mañana inició a las 5:40 con el "Amor Californiano" de Tupac Shakur, son proveniente de mi dispositivo móvil de telecomunicación y utlizado para asediar y destruir los poderes de Morfeo en mi persona. Al descubrir los parpados que envuelven el ojo traslúcido de mi recámara y que protegen mis síntomas fotofóbicos nocturnos, me percaté de que comenzaba una mañana fresca y nublada.

Después de arduos esfuerzos por liberarme de las deliciosas ataduras que proporcionan los lienzos que mantienen cálido mi lecho, logro ponerme de pie e incorporarme al mundo real. Me dirijo a aquel aposento de cuatro paredes el cuál muchas personas toman como recinto bibliotecario, otras muchas lo usan como foro artístico y pocas lo convierten en zona de desastre de vez en cuando. Yo simplemente lo llamo baño.

El tiempo pasado en dicho aposento lo utilizo como espacio de reflexión y planeación de la jornada que está iniciando, disfrutadas las bondades provenientes de la bañera retorno a mi cámara personal en donde cubro mi gran masa corporea con ropajes previamente escogidos acorde con la ocasión.

Una vez vestido, me dispongo a orear y pasear por la vía llena de piedras que rodea mi fortaleza a mi fiel escudero, mi valiente acompañante, mi cuadrúpedo carnal del alma al cuál tuve la osadía de llamar Cleto.

Terminado digno evento, me adentro en un bosque de  trastes, cristales, porcelanas, metales y diversos productos perecederos utilizados para saciar uno de los más básicos y divinos placeres del hombre, únicamente para preparar mi bebaje amargo y oscuro el cuál fue nombrado "café" por esta sociedad decadente.

Posteriormente decido abandonar mi palacio color durazno por su portón principal para introducirme en la selva de asfalto más extensa del planeta y así iniciar esa lucha constante de egos y hegemonías que se produce entre los pocos habitantes que pululamos a esa hora por las ruas de mi México.

Monto en mi corcel verde argento de raza pura Chevrolet conocido como Chevy C2 y me deslizo por las calles de la gran ciudad dirigiéndome hacia mi Alma Mater. Invariablemente y sin falla alguna, un par de orates a los cuales mi progenitor gusta llamarles "masiosares" no me permiten despedirles de mi vista sin antes recordarles a su procreadora, la cual según mis entrañas se jacta de ser maestra en el arte de las cortesanas.

Arribo a mi destino, mi casa de estudios, para empaparme de nuevos conocimientos y refrescar muchos otros que había decidido guardar en el ropero.

Se agradece la colaboración de @chaoticcolor

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